La pequeña programadora de Huesca que se atrevió a competir con Silicon Valley


La noticia no debería ser tal, pero lo es. No debería serlo porque evidencia una injusticia histórica: el 2 de octubre de 2018 Donna Strickland se convirtió en la tercera mujer en la historia en ganar el premio Nobel de Física por sus aportes en las herramientas que utilizan el láser. Antes, por supuesto, muchas otras lo merecieron e incluso a algunas se les escamoteó sin rubor como en el famoso caso de Jocelyn Bell que vio como en 1974 se premiaba a su director de tesis por un descubrimiento, el del púlsar, en el que ella había participado de forma decisiva (fue la primera que lo detectó). Reconocida Strickland, la científica canadiense podrá convertirse en modelo para muchas niñas apasionadas por la tecnología y dispuestas a cambiar ese dogma absurdo que ha mantenido las ciencias como un terreno predominantemente masculino. Patricia Heredia, fundadora de la academia de programación y robótica Minivinci, sabe bien de esa necesidad de tener modelos femeninos porque lo vive a diario con las niñas a quienes da clase: “Es mejor tener un referente que sea una chica. Si les pregunto a mis alumnas: cerrad los ojos e imaginaros un hacker. Pues se imaginan un señor gordo con gafas comiendo pizza y, claro, a eso no se quieren parecer”. Valeria Corrales, una de sus pupilas más destacadas, no quiere parecerse a un tipo obeso por culpa de los carbohidratos. Ella quiere ser simplemente Valeria: una niña de diez años con un destacado talento para la tecnología a quien le gusta “montar robots, soldar, ver vídeos de YouTube y jugar al tenis”. La curiosidad tecnológica de Valeria tiene parte de sus raíces en un regalo de su padre. Un día llegó a su casa de Huesca la muñeca GoldieBlox cuyo eslogan es ya toda una declaración de intenciones: “la curiosidad mató a los estereotipos”. O, como explica la misma Valeria “las niñas podemos ser lo que queramos ser. No solo podemos ser princesas, también podemos ser ingenieras”. Esa determinación que muestra cada vez que se expresa es también la que la ha convertido en una pequeña celebridad gracias a la aplicación que desarrolló junto a varias compañeras en la academia de Patricia y con la que participaron en una competición internacional. El objetivo de G2P (Girls to Program) es acercar la tecnología a niños y niñas que viven en ciudades pequeñas a través de una recopilación de vídeos de YouTube. Valeria y sus compañeras no ganaron el premio, pero consiguieron llamar la atención de importantes personalidades en el mundo de la tecnología gracias a sus actitudes y a una original campaña a través de redes sociales. A sus diez años es pronto para decir si el futuro de esta pequeña ingeniera estará en la ciencia o en cualquier otro campo. Lo que sí parece claro -y esa es la mejor noticia- es que para ella y para el resto de chicas ya no habrá terrenos vedados ni muros, porque vienen con la suficiente fuerza como para derribarlos. Con la serie “Familias conectadas” queremos saber qué pasa cuando la tecnología se integra en el hogar. Investigar cómo afecta al ritmo de estudios, al ocio, al trabajo, a la cultura... Pero sobre todo cómo modifica las relaciones humanas y qué hacer para que conseguir una interacción natural entre todos los miembros de la familia y las máquinas. Entrevista y edición:  Maruxa Ruiz del Árbol, Cristina del Moral Texto: José L. Álvarez Cedena

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